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El concepto de reputación corporativa no es un invento que nazca con Internet, pero sí es cierto que en este medio se desarrolla de una forma diferente. Principalmente se diferencia de la versión offline en: la inmediatez de las reacciones obtenidas a una actividad y en la velocidad con la que la opinión sobre esta actividad viaja a través Internet.
Esta cuestión de vital importancia para la obtención de la imagen pública deseada. Para alcanzar este objetivo, es necesario que la empresa ponga los medios para actuar en estos tres sentidos:
- Escuchar: monitorizar a tus públicos es imprescindible desde el mismo momento en el que tu marca llega a Internet, ya sea en un foro, en un blog, tu propia web… Conoce a tus públicos, aprende de ellos y házselo saber.
- Participar: las marcas hoy en día tienen la posibilidad de emplear los mismos canales de comunicación que sus públicos, pueden participar en sus conversaciones y exponer sus argumentos. Esta relación define la comunicación de la empresa y con ello su imagen, por lo que cuando una empresa se decide a participar en la gran conversación en la que se ha convertido Internet, debe hacerlo con todas las garantía posibles.
- Influir: este es el objetivo último de la participación de la empresa en la web 2.0. Para llegar a este punto es imprescindible que la empresa haya realizado una excelente labor de escucha y una participación notable de manera que habiéndose posicionado como una fuente de información fiable y como un interlocutor atento y fiable consiga influir en las actitudes de sus públicos hacia su marca.
El alcance de este tipo de estrategias, supera en muchas ocasiones una simple modificación de los canales o fórmulas comunicativas. Es necesario que la organización asuma su papel y en ocasiones modifique su forma de operar para que el esfuerzo comunicativo tenga coherencia con la realidad.
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